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Puede decirse que Báselitz (nacido en Alemania, cerca de la ciudad de Dresde, en 1938) “dominó” artísticamente París. La gran retrospectiva que le dedica Centro Pompidouno menos de 143 obras, se completa con la instalación de una escultura de nueve metros de altura realizada en 2015 frente a la Academia de Bellas Artes. Además, el Museo de Arte Moderno de París presenta una exposición con seis obras donadas por el artista en 2020 junto a otras dos que ya formaban parte de sus colecciones, y la galería Thaddaeus Ropac organizó una exposición de dibujos de intensos colores, realizados en este muy ano. En síntesis; todo Baselitz.
Las obras de Baselitz son únicas, nos hacen girar la cabeza para ver con claridad las imágenes invertidas.
La exposición del Pompidou, verdaderamente ejemplar por su planteamiento y disposición de las obras, se desarrolla cronológicamente en once apartados: Sobre el descubrimiento de las vanguardias, Autorretratos de un personaje vivido, De héroes caídos, Imágenes fracturadas, Inversión de la imagen, Entre la abstracción y la figuración, Más allá de la abstracción, “Zeitgeist” [Espíritu del tiempo] espacio de recuerdos, De “Pinturas rusas” a “Remix”, y Lo que queda.
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Lo que vemos en él son pinturas, muchas de ellas de gran tamaño, dibujos y grabados, además de cinco esculturas, fechadas entre 1980 y 2014. Las obras de las esculturas comenzaron en 1977., cuando Baselitz comenzó a construir una colección de arte africano que actualmente está considerada una de las más importantes del mundo. En 1980 presentó su primera obra escultórica en la Bienal de Venecia: modelo para una escultura (1980), que tuvo gran repercusión y está presente en esta muestra.
Baselitz nació con el nombre de Hans-Georg Bruno Kern en la dividida Alemania, en la llamada República Democrática, en un pequeño pueblo entonces llamado Großbaselitz, cuyo nombre utilizaría en la formación de su seudónimo artístico: “Georg Baselitz” a partir de 1961. . Hacia los años cincuenta comenzó a descubrir la pintura.Estudió Bellas Artes en Berlín Oriental en 1956 y allí la obra de Picasso se convirtió en su referente fundamental. En 1957 decidió cruzar la frontera e instalarse en Berlín Occidental, donde continuaría su formación y en 1961-1962 presentaría públicamente sus primeras exposiciones y manifiestos artísticos.
Estos inicios, con el rechazo al régimen totalitario vigente en la República Democrática Alemana, marcan uno de los hitos centrales de su carrera. Algo que él mismo señaló retrospectivamente en 1995, en una entrevista con el crítico de arte estadounidense Donald Kuspit: “Nací en un orden destruido, un paisaje destruido, una sociedad destruida. Y no quería restablecer el orden, ya había visto suficiente del llamado orden. (…) Soy brutal, ingenuo y gótico”.
Hay algo, sin embargo, que en este singular y destacado artista resulta totalmente negativo: su postura de no aceptar el papel creativo de la mujer en la pintura. Algo que proclamó públicamente en 2013: “Las mujeres no pintan muy bien”, y en lo que siguió insistiendo después. Es realmente lamentable.
Retomando su carrera, tras recibir y asimilar los planteamientos de las vanguardias artísticas, y centrar su atención en la poesía y la música, sus primeras obras de principios de los años 60 se sitúan en un contexto expresionista, intensificando el ruido visual de la expresión con las sobrecargas cromáticas y el desorden de la composición. Allí se ubica su imagen del poeta y artista sin alas, caído en el fondo de la experiencia, del mundo, de la vida.
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El impulso del desorden le llevó en 1966 a dividir las imágenes en la representación, a imágenes fracturadas. Este sería un primer paso hacia el inicio de la inversión de imágenes en 1969, algo que Baselitz ubica en su deseo de no pintar de forma anecdótica o descriptiva, así como en su rechazo a los planteamientos de la llamada pintura abstracta. Y con ello se centra en problemas y cuestiones específicamente pictóricas para él.
Estos enfoques también se manifiestan en el uso de remix, término utilizado en música para aplicar partes de un tema para hacer una nueva versión. Baselitz utiliza esta idea en referencia a planteamientos artísticos anteriores, a los que da nuevos giros y matices. Y en todo ello está también el papel decisivo de la memoria. Nacido en lo que él consideraba destrucción, su impulso artístico surge del desorden. De la experiencia de la destrucción pasamos a la representación fragmentaria e invertida de la vida. Y aquí está el eje que articula su obra, y por el que ha sido reconocido en el mundo artístico: la inversión de la figuración, proceso que comenzó en 1969 y que continúa hasta ahora, aunque tiene relevantes matices de cambio y transformación.
Georg Baselitz estructura así una manera completamente diferente y única de ser pintor, rompiendo con la figuración ilusionista y la abstracción no figurativa. Sus obras son únicas y no deben confundirse con las de ningún otro pintor., nos hacen girar la cabeza para poder ver con claridad las imágenes invertidas. Se trata de invertir la visión para ver en profundidad, pensar en las formas de los seres, los objetos y los espacios.