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Leonora Carrington (Lancashire, 1917 – Ciudad de México, 2011), artista y escritora, es considerada hoy no sólo una notable surrealista. En las últimas décadas se ha afirmado que faro de ecofeminismo y conocimiento alternativo. Cuando mencionamos a Carrington, quien eligió la forma del caballo como Alter egoDecimos libertad. A toda costa, ante cualquier imperativo familiar, social o político. Y también, libertad de pensamiento, independencia en la búsqueda de uno mismo y comprensión del mundo, deseo perseverante de investigar hasta el final.
En esta fantástica exposición, su primera retrospectiva en España, se revela esa coherencia en su búsqueda de identidad, a partir de la serie de acuarelas hermanas luna (1932-33) con hadas empoderadas, realizado durante su primera formación artística en Florencia. Ya en su madurez dijo: “No creo que nadie escape a la niñez”.
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Se han agregado referencias de tu imaginación.de la literatura victoriana tardía de la biblioteca de sus hijos, poblada de leyendas y cuentos irlandeses de los hermanos Grimm, Andersen, los alicia por Lewis Carroll y propio cuarto de Virginia Woolf en su juventud, a la diosa blanca en Roberto Graves y todas las figuras de las antiguas culturas mediterránea y escandinava que trajo consigo, junto con los conocimientos arcanos, la alquimia y su pretensión de brujería, ya en medio de la ola del feminismo de los años setenta.
[Leonora Carrington, surrealista]
A imaginario de animales y seres híbridos que redescubriría en su madurez, en los cultos mayas aún practicados en Chiapas, a los que accedería como antropóloga para realizar el gran mural que vemos al final de la exposición, mostrando las correspondencias entre lo visible y lo invisible, micro y macrocosmos, masculino y femenino, humanos y otros seres.
El recorrido por la exposición, equipado con documentos y fotografías, y algunas piezas de sus compañeros y amigos más cercanos (su amante Max Ernst, sus amigos Lee Miller Es Leonor Finiy Remedios Varo y kati horna en la Colonia Roma de México), en un total de 180 piezas, parte de un primer acercamiento histórico para conducir a una profundización temática de su obra con pinturas, dibujos, esculturas, juguetes y tapices.
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Precisamente, y a raíz de investigaciones recientes, el énfasis se pone en el periodo europeo, cuando tras asistir a clases en Amédée Ozenfant y conocer al grupo de surrealistas en París, Leonora Carrington vivirá junto a Max Ernst en una villa del sur de Francia, donde ambos artistas intervienen con sus obras. Luego vendrá la huida del nazismo y la El trágico periodo de Leonora en Españadescrito en su conocida autobiografía recuerdos abajoluego dictado terapéuticamente, donde menciona una violación en grupo y describe su internación en un hospital psiquiátrico de Santander.
Visita también el Museo del Prado, donde guardarás recuerdos imborrables de los personajes de El Bosco y Brueghel, posteriormente incorporados a sus obras. Y pintar un pequeño cuadro satírico donde ya tenemos en nuce al gran pintor que será cuando llegue a Nueva York, como figura que también respeta experiencia psiquiátrica traumática entre los emigrados surrealistas que, a principios de los años cuarenta, con el apoyo de Peggy Guggenheimse convierten en el grupo con más poder en el mundo artístico.
Hay que ver las pinturas de huevos, no tienen nada que ver con reproducciones: son un auténtico placer para la vista.
oh gran transformación Llega a México, cuando en 1943 Carrington hace suyo la técnica medieval y el primitivo Renacimiento de pintura de huevos que había admirado en Florencia, incluido el pan de oro en algunos cuadros. Una receta antigua que responde a los intereses culinarios y alquímicos del pintor, que consigue veladuras finísimas y de color brillante a partir de un dibujo siempre preciso. Estos cuadros hay que verlos, ¡no tienen nada que ver con reproducciones!
Captan nuestra atención, son un verdadero placer para la vista, mientras nos dejamos atrapar por la ironía, cuando no abiertamente cómica, la sacralidad sincrética y la inmensidad de los referentes de estos Imágenes enigmáticas. Se sabe que Carrington nunca quiso explicar sus pinturas. Son imágenes muy arraigadas que vienen del pasado, de la infancia, quizás de un inconsciente universal.
Fruto de un gran esfuerzo y la colaboración de buen número de prestatarios institucionales y privadosEntre estas pinturas hoy no faltan auténticos iconos muy conocidos como óleos. Té verde, 1942, basada en un cuento irlandés y que hace referencia a la ruptura con la familia. Y el temple sobre la mesa el gigante1947, de formato monumental, dedicado a Deméter y que recuerda claramente a Piero della Francesca, cuya intuición sería confirmada poco después por la diosa blanca1948, de Robert Graves quien, tras años de investigación, afirmó la existencia de un matriarcado universal previo al borrado patriarcal.
En esta línea también llama la atención el óleo sobre lienzo. ¿Estás hablando sirio?, 1953, donde la babilónica Ishtar, Isis para los egipcios y Astarté para los semitas, se encuentran bajo el maravilloso firmamento estelar y frente a la figura blanca que sigue tejiendo los hilos del tiempo. Dos décadas más tarde, Carrington creó un cartel de protesta para las feministas, en cuyo original, una gouache en cartón excepcionalmente expuesto, conciencia femenina1972, todo verde, el mito de Adán y Eva se subvierte. Convicción feminista que mantuvo hasta el finalcomo se evidencia en el templado los pastelitos1986, y el bronce Diosa2008.
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