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Un manjar. Déjalo ir. El cazador de momentos felices. fotografías en colorproducida por Fundação Canal, es una exposición que recorre casi siete décadas de trabajo fotográfico en color de Jacques-Henri Lartigue. Pintor y poeta, pero sobre todo un ojo entrenado para detectar la belleza, el encuadre perfecto, el momento justo. Padre de la fotografía de Henri Cartier-Bresson, sus imágenes se convierten en recuerdos de momentos inolvidables en los que uno quisiera permanecer para siempre.
“¿Qué estoy tratando de hacer? Pinta, no flores al sol, sino sol en flores… en flores, en árboles, en todo y en cualquier cosa”. Lartigue (Courbevoie, 1894 – Niza, 1986) escribió en sus diarios el 15 de abril de 1954. Palabras de un pintor que fotografía o de un fotógrafo que pinta con una cámara y que experimenta el medio fotográfico desde los ocho años. Su fama vino de la mano del blanco y negro, pero El color fue una obsesión que le acompañó durante toda su vida.; Incluso al final de su carrera, decide refotografiar en color sus fotografías monocromáticas más icónicas.
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Esta reinterpretación cierra el recorrido expositivo con una proyección en la que se yuxtaponen épocas y técnicas y en la que las diferencias entre sus composiciones, atravesadas por la influencia de la fotografía callejera americana, que transforma y humaniza su lenguaje. De las 118.000 imágenes donadas en vida al Estado francés en 1979, sólo una tercera parte eran en color, y esta exposición explora esta sinergia especial, a partir de la cual Lartigue inventa la felicidad.
Preocupado desde pequeño por la fugacidad del tiempo, su insaciable curiosidad le lleva a experimentar Maneras de capturar la plenitud de la vida para revivirla eternamente.. Jacques Henri está fascinado por la belleza que rodea su vida cotidiana como clase adinerada, de hecho, su padre es la octava fortuna en Francia al final de los años. XIX. Seducido por los nuevos descubrimientos del automóvil y la aviación, creció rodeado de fotógrafos aficionados y de la prensa ilustrada.
En 1902 le regalaron su primera cámara, pero sólo con el descubrimiento de la autocromía por los hermanos Lumière, en 1912, el artista pudo experimentar con el color. Autocromo le permite aplicar pequeños puntos de color a placas de 6 x 13 cm. que carecen de negativo y que necesitan espectadores específicos para visualizar la imagen en tres dimensiones, y cuyos largos procesos de exposición fuerzan las poses de los retratados y exasperan a Jacques Henri, obsesionado con el movimiento en el espacio.
Lartigue se deja fascinar por la belleza que rodea su rica vida cotidiana.
Esta primera sala (1912-1928) muestra 10 de las 86 láminas que se conservan junto con las respectivas hojas de los 119 álbumes que catalogó junto a su última esposa y musa, Florette, y que el visitante puede contemplar a través de las pantallas estereoscópicas. Experimenta su fascinante tridimensionalidad.
Conocido como el fotógrafo de las flores, Lartigue transforma este motivo en lenguaje, estudiando en profundidad su cromatismo, ritmo y musicalidad. En 1915 ingresó en la prestigiosa Academia Julien donde Matisse, Léger o Calder estudiaron pintura y convirtió las flores en un laboratorio para prueba también con la abstracción.
[Lanzar, experimentar el pasado]
La exposición acerca Madrid a esta segunda sala estreno mundial unos estudios textiles que muestran cómo sus inquietudes abarcan también cuestiones más técnicas y artesanales relacionadas con las artes decorativas y la moda, como es el caso de la serie de escotes cartel utilizados en París para confeccionar un pañuelo para la prestigiosa Maison Craven.
En 1936, Kodakchrome en Estados Unidos y Agfa en Alemania revolucionaron la fotografía, marcando el comienzo de la era moderna del color. Lartigue ve una nueva oportunidad para experimentar con una técnica más sencilla y colores más intensos y se deja llevar por el poder mediático de la publicidad y el cine.
En 1962, la casualidad hizo que el viaje del matrimonio a Nueva York coincidiera con charles radofundador de la emblemática agencia Rapho, que, tras la insistencia de Florette para que vea sus fotos, los pone en contacto con juan szarkowskiel nuevo director del departamento de fotografía del MoMA, quien, fascinado por sus atrevidos encuadres, organiza una retrospectiva que le catapultaría profesionalmente.
La última sala (años 70), delicadamente montada sobre paneles de vidrio templado en tonos pastel, transmite la consagración de tu carrera sobre temas variados en un formato cuadrado en el que se aprecia la influencia de la fotografía americana, desde el retrato de Picasso y Cocteau hasta una peregrinación a Lourdes o una carrera ciclista. Lartigue es pura elegancia, placer escópico.. Mira y sé feliz.
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