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Coincide en Madrid genealogías documentales con otra exposición en la Fundación Juan March, detener, instante, que incluye un buen número de fotografías de la misma época que ésta: 1848-1917. Pero el planteamiento es diferente: mientras la Marcha ensaya un camino estético y temático a partir de lo que dos coleccionistas privados recolectaron –lo que limita mucho las opciones–, aquí un artista, Jorge Ribalta, establece un punto de vista más ambicioso pero también parcial que ayuda que trae la historia a su tierra natal, practicando, actualizada, el mismo tipo de fotografía que se analiza en la exposición.
Y como ya ocurrió en sus anteriores proyectos expositivos en el Reina Sofía, El movimiento de fotografía de los trabajadores. (2010), Todavia no. Sobre la reinvención del documental (2015) y la retrospectiva de Marc Pataut, no ocultan el sesgo ideológico de la exposición ahora inaugurada, muy en sintonía con el museo. Consideremos, para medir el vínculo, que en los quince años de dirección de Borja-Villel, además de estas cuatro exposiciones en Ribalta, sólo hubo once exposiciones individuales de fotógrafos, una colectiva (Afal), uno pequeño con fotolibros y otro grande que el curador Linda Cooke, uso mixto de manhattan.
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[El museo fantasmal de la fotografía, en el momento decisivo]
Su argumento se basa en la interpretación que hizo el historiador marxista André Rouille en El imperio de la fotografía (1982) de las conexiones entre este medio y la industrialización y el capitalismo, y pretende exponer las relaciones de poder que fueron fortalecidas por la cámara, una herramienta burguesa. Así, rastrea en las imágenes la presencia de “figuras subalternas” –sirvientes, mendigos, trabajadores, desempleados, esclavos, prisioneros, enfermos– sobre quienes la fotografía ejercía su violencia simbólica. Es realmente una perspectiva interesante, que necesitamos conocer y aplicar al estudio de la historia de la fotografía en todas sus dimensiones. El problema es ese desfigura el significado original de muchas de las obras seleccionadas.
Entre las aproximadamente 500 piezas que componen la exposición, encontrarás un gran número de obras, casi legendarias, mención obligatoria en cualquier historia de la fotografía. prácticamente todo en antiguo. Como ya indiqué sobre detener, instanteLa falta de un museo de fotografía en España hace que estos encuentros sean aún más emocionantes.
Y, pese a la inmensa indignación que produjo un montaje en el que las fichas agrupan los datos de hasta 18 obras, que en ocasiones confunde los de distintos fotógrafos como si la autoría fuera algo secundario -aquí es cuando lo que manda es la "tesis"-. , y que carece del mandato didáctico de darnos algunas pistas sobre cada una de las series, la confluencia de tantas piezas principales hace que la ocasión sea única y memorable.
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Ribalta maneja muy bien su narración y tiene casi todas las “ilustraciones” que pueda desear. Los grandes referentes de la fotografía social del momento coinciden: David Octavio Hill/Robert Adamson y su catálogo de retratos de pescadores de Newhaven; Jacob Riis y los barrios marginales de Nueva York; juan tomson y la vida en las calles de Londres; Herman Drawe y el inframundo de Viena; cualquier Lewis Hine y su informe sobre la explotación infantil. Pero la fotografía documental va más allá del reportaje social –mucho más allá de lo que se cubre en la exposición, que se centra en los efectos del capitalismo y el colonialismo– y presenta avances con peso propio.
En cada capítulo enfatiza el elemento humano incluso cuando no fue central en los proyectos, lo que produce esas distorsiones ocasionales de significado que mencioné, reconocidas por el curador cuando admite que tal presencia constituye inicialmente una “irrupción accidental o marginal” en “pinturas cuya intención es otra”. Lo que pasa es que los fotógrafos, siguiendo la tradición de verLes gustaba incluir personajes populares en sus paisajes naturales o urbanos -incluso en la documentación de monumentos, obras públicas o remodelaciones urbanas- que les dieran un sabor local.
[Afal, una crónica de la intrahistoria española]
Y, de la misma manera, algunos retratos de grupos sociales, alineados con el género de los “tipos”, son más pintorescos que críticos sociales, como podemos comprobar con especial claridad en las fotografías tomadas en España por Laurent –ver su tipos de español–, atkinson o Clifford.
Dos áreas reciben especial atención. uno es el revoluciones, con imágenes clásicas de 1848 y 1871 en París, la Semana Trágica de Barcelona y una profusa muestra de la Revolución Rusa. Y con dos tipos de imágenes dominantes que tuvieron gran difusión informativa pero también comercial e incluso, en la capital francesa, funcionaron como atractivo turístico: las barricadas y las ruinas. El otro, de enorme atractivo, reúne bajo el capítulo “El cuerpo y el archivo”, en dos salas, La fotografía al servicio de la antropología, el control policial, la guerra y la medicina “moderna”..
La confluencia de tantas piezas clave en esta exposición hace que la ocasión sea única y memorable.
Las naciones indígenas eran de interés para Timothy O'Sullivan –aunque sea una mirada lateral en su tarea de registrar el territorio como participante en expediciones geológicas oficiales– y para Aby Warburg, pero especialmente para Edward Curtis, que no está en la exposición. Disponemos de ejemplos de fotografías estandarizadas de individuos de diversas razas para estudio antropológico (álbumes de carl damman), zona en la que destaca la actividad fotográfica del pionero en “trabajo de campo” en el Pacífico occidental. Bronislaw Malinowski.
De las fotografías de guerra se seleccionaron las de los muertos (Alejandro Gardner) y los de los heridos (el cirujano Reed Bontecou). Entre el poder judicial y la policía tenemos joyas como los experimentos de Francisco Galtón combinación de retratos para componer “criminales típicos”, las escenas del crimen de Emil Wrbata y la exhibición de identificación antropométrica de alfons bertillon!
En el capítulo médico no podían faltar las más crueles: fotos de hermafroditas de Nadarde “histérico” en Iconografía de la Salpétriêre del doctor charcot o rostros deformados por estímulos eléctricos en el Dr. duchenne. Pero no olvidan la descomposición más suave del movimiento de Eadweard Muybridge cualquier Jules Marey.
Todas son manifestaciones, recuerda el comisario, de un “nuevo inconsciente archivístico, sintomático de la hegemonía del positivismo”, que tiene como objetivo último la disciplina social.
Comisario y fotógrafo
El interés por el documento del comisario de esta exposición, Jorge Ribalta (Barcelona, 1963), viene siendo constante desde hace tiempo y se manifiesta también en su obra artística. Autor de una fotografía que mezcla lo documental con lo teatral, su obra forma parte de la retrospectiva que el Museo de la Universidad de Navarra (en coproducción con la Fundación Mapfre) expone hasta el 12 de marzo de 2023.