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Esta exposición en la galería Tadeo Ropac de París presenta un punto de vista muy específico sobre la obra, compleja y llena de densidad, de marcel duchamp (1887-1968). El título, en francés. Tocador priore (Por favor, toque), utilizado en una de sus piezas por el propio artista, expresa una inversión que alude y cuestiona la indicación que se utiliza comúnmente en los museos para que el público no toque las obras: Por favor, no toque.
El fetichismo, en todas sus variedades, algunas de ellas no expresamente físicas, implica siempre contacto. Y al situarnos en este ámbito, lo que Paul B. Franklin, comisario de la exposición, pretende resaltar es laLa importancia central del fetichismo en la vida y obra de Marcel Duchampquien siempre quiso que el público diverso no estuviera “fuera” de sus piezas, sino en contacto intenso y libre con sus piezas.
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En el texto de presentación de la exposición, el comisario dice que “es la primera vez que se examina la importancia del fetichismo y el fetichismo en la obra de Marcel Duchamp”. Esto requiere una pequeña matización, ya que en 2016 el Museo Tinguely de Basilea presentó una exposición con el mismo título: por favor tocay el subtitulo el toque del arte, comisariada por Roland Wetzel. Por supuesto, aunque en aquella ocasión el punto de partida fue Duchamp, la exposición no se diseñó tan específicamente en torno al fetichismo y también se presentó con un acercamiento abierto a la presencia de otros artistas.
Esta versión de por favor toca de la galería Thaddaeus Ropac de París, se presentó por primera vez en su espacio de Londres. Es, sin duda, una señal de gran interés que a través de 34 obras gráfica, objetos, fotografías y reproducciones en pequeño formato, profundiza en algunas de las cuestiones que hicieron de Duchamp uno de los artistas más importantes de nuestro tiempo. La irradiación del fetichismo se articula en cinco apartados: la consideración del ready-made como objeto fetichista; su presencia en réplicas y reproducciones en miniatura; su papel en el juego del género: el uso de materiales fetichistas como el cuero, el vinilo, el caucho y el papel metálico, y el despliegue de su identidad artística (en Marcel y en Rrose Sélavy).
Las reproducciones de pequeño formato, realizadas por el propio Duchamp, y contenidas en cajas de múltiples ediciones y en ediciones de lujo de catálogos, plantean la cuestión de cómo pueden valorarse en relación con las obras originales, ya que, como planteó Walter Benjamin en En los años treinta de En el siglo pasado, el carácter de las obras de arte habría sufrido una profunda transformación desde el momento en que fue posible su reproducción técnica.
Al respecto, Paul B. Franklin incluye en el catálogo de la exposición lo que dijo Duchamp, en los últimos años de su vida: “Distinguir lo real de lo falso, las imitaciones de las copias, son cuestiones técnicas totalmente carentes de sentido” (1967). “Un duplicado o repetición mecánica tiene el mismo valor que el original” (1968). Y tras ello, concluye: “En la consideración de Duchamp, las ideas plasmadas en una obra de arte tenían igual o mayor importancia que el objeto físico mismo”.
Esto revela con precisión el carácter del conjunto de piezas de muestra. Se nos coloca ante una especie de microscopio de observación para colocar ante nuestros ojos y mente un rasgo central de la obra artística de Duchamp: el predominio de la idea sobre los soportes físicos. Y, de ahí, la importancia que tiene la noción de fetichismo tanto en su vida como en su obra.
El término fetiche tiene sus raíces etimológicas en objetos de culto a los que en determinadas culturas se les atribuían poderes sobrenaturales. Pero en el desarrollo de la cultura europea, y con el intenso despliegue de tecnología que dio lugar a poblaciones y culturas de masas, en los enfoques de la psicología y el psicoanálisis, se acuñó el término fetichismo como expresión de lo que entonces se consideraba una “desviación sexual”. . Consiste en tomar una parte del cuerpo o de la ropa como objeto de excitación y deseo.
Lo más importante, como enfatiza constantemente Paul B. Franklin, es que La noción de fetichismo tiene un carácter positivo y abierto en Duchamp.. Con él buscamos situar la idea de atracción, exista o no contacto físico, tanto en la vida como en las obras artísticas, que permite el despliegue del deseo como fuerza erótica. Y así, para concluir, podemos compartir con Duchamp la idea de que tanto la vida como el arte son eros... Esto es lo que nos dicen los desarrollos de Marcel en Rrose Sélavy, palabras que suenan en francés, son una homofonía, como Eros c'est la vie. En español: Eros es vida.