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Una nueva celebración de aniversario nos trae la presencia de otro artista: Francisco Bores. Con motivo del 50 aniversario de su muerte, el 10 de mayo de 1972, la Residencia de Estudiantes presenta una sugerente exposición que recorre toda su trayectoria.
Nacido en Madrid en 1898, a partir de 1916 Bores comenzó a estudiar pintura, hacer copias de los clásicos en el Museo del Prado, y así comenzó su carrera como pintor e ilustrador. En 1922 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes y al año siguiente se involucró con el movimiento ultraísta, participando en tertulias, asistiendo a círculos literarios y a la Residencia de Estudiantes.
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El hecho de que la exposición se desarrolle en este espacio, donde se reunieron los escritores y artistas más importantes de España en la segunda década del siglo XX, central de la “Generación del 27”, supone un viaje en el tiempo que nos permite recuperar la figura de Bores con los mejores ecos y resonancias.
[Lorca en su morada, recuerdos de la Residencia]
La exposición se divide en dos grandes secciones: “Madrid (1898-1925)” y “París (1925-1972)”. Se conocieron más de cien obras de Bores –óleos, dibujos y grabados–, que se acompañan de cinco piezas de otros artistas que convivieron con él en aquel ambiente vanguardista. Y también un conjunto de documentos, revistas e impresos, y fotografías.
En el Madrid de los años 20, Bores estableció lazos de contacto y amistad con algunas de las figuras intelectuales y artísticas más importantes, como Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Gerardo Diego, Emilio Prados, José Moreno. Villa o José Bergamín, algunos de los cuales vemos aquí en la foto.
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Se instaló en París en 1925, donde conoció a Picasso y Juan Gris, y pasó a formar parte del plural e intenso florecimiento de las vanguardias.
Sin embargo, parece que se desencantó del escaso eco que estaban teniendo en España los nuevos planteamientos artísticos y, según sus palabras, sintiendo “una urgente necesidad de renovación”, se instaló en París en 1925, donde conoció a Picasso y Juan Gris. y formó parte del plural e intenso florecimiento de las vanguardias, aunque manteniendo siempre tu independencia. Allí residiría hasta el final de su vida.
Tanto en España como en Francia, además de pintar, Bores centra su atención en la ilustracióny sus diseños de portadas destacan en los primeros años del revista occidentalasí como dibujos e ilustraciones para libros, siempre con gran poder expresivo, como se aprecia en la exposición.
En Francia amplió sus relaciones con importantes artistas. Su llegada a París coincide, como él mismo escribe en 1957, con el que se considera “el último año del cubismo”, pero subraya que no tuvo “ninguna relación con los últimos cubistas”, y que, por el contrario, los pintores con Los que sentían afinidad eran los que estaban más cerca del surrealismo”.
A partir de entonces se consolida su carrera, con juegos de líneas y dibujos, en los que se perciben abiertos ecos cubistas, así como el deseo de capturar la vida en profundidad, en sintonía con el horizonte surrealista.
Todo ello se refleja en sus temas: retratos, naturalezas muertas, desnudos y escenas activas, en las que el dinamismo y la fuerza expresiva se superponen a la figuración no mimética. Hay agujeros: pintando desde dentro, en profundidad, el aroma de la vida.
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