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El fotógrafo estadounidense William Klein falleció el pasado sábado en París a los 94 años, anunció este lunes su familia en los medios locales. Murió “en paz”, aseguró la familia del artista, que dejó un impresionante legado de reportajes que marcaron el fotoperiodismo.
suyo es el volumen La vida es buena y buena para ti en Nueva York., dedicado a su ciudad natal, Nueva York. El libro se publicó gracias a una editorial francesa tras el rechazo en Estados Unidos, donde su obra empezó a ser celebrada recién en los años 1980. Lo mismo ocurriría con Los americanospor Robert Frank.
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Nacido en 1928 de padres judíos húngaros, Klein fue un retratista clave de las calles de Nueva York, París y Roma en la segunda mitad del siglo pasado. Reconocido internacionalmente por su fotografías urbanas, su obra se extendió a otras disciplinas como la moda y el cine. Su estilo libre, con el que conseguía que sus instantáneas parecieran tomadas casi al azar, empezó a destacar en los años cincuenta con imágenes que denotaban los impulsos y la violencia de la calle y que desafiaban principios establecidos de encuadre, iluminación o nitidez. .
[William Klein, fotógrafo y todo lo demás]
Klein introdujo recursos innovadores que se alejaban de los preceptos de la década, como el hecho de provocar a las personas que retrataba: las hacía reír o reaccionar con comportamientos diferentes en relación al objetivo. Una de sus imágenes más famosas, la de un niño apuntando a la cámara con un revólver, es un ejemplo. “Le dije: ¡haz el mal!”reveló Klein en una entrevista en el mundo en 2005.
En 1947 estudió en la Sorbona de París y en 1951 vino a exponer su obra a Milán. En 1954 regresó a Nueva York y conoció Alexandre Libermanndirector artístico de la revista Moda. Impresionado por la abstracción de sus fotografías, le ofreció un contrato. Klein revolucionó la fotografía de moda con su innovador método, que consiste en colocar maniquíes en la calle. Al mismo tiempo, su actividad en la revista le permitió financiar un proyecto personal: fotografiar la ciudad y a los neoyorquinos de forma etnográfica, “como un antropólogo trataría a los zulúes”.
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Entre 1954 y 1956 realizó numerosos reportajes de moda a los que siempre supo aportar su particular punto de vista, transformando estas imágenes de consumo en auténticas obras de arte. Sus fotografías estuvieron catalogadas al mismo nivel que otros grandes talentos de la época, como Helmut Newton, Irving Penn o Richard Avedonaunque Klein fue mucho más irreverente y efímero en la industria.
Su verdadera vocación fotográfica era, como él mismo decía, su “fotos serias”, los reportajes fotográficos que editó en una serie de monografías y que representaban aspectos de la vida cotidiana en ciudades como su querida Nueva York, Moscú, Tokio o Roma. Cuando dejó su trabajo en Moday salvo algún trabajo esporádico, se dedicó por completo a la cinematografíacampo que abordó en el contexto cultural politizado y vanguardista de finales de los años sesenta y setenta.
En 1958 estrenó su primera película, Broadway de la luz, un documental de apenas 11 minutos de duración. películas como ¿Quién eres, Polly Magoo? (1966) o su documental lejos de vietnam (1967) recibió un importante reconocimiento.
El cine comenzó como un hobby tras trabajar como asistente de Federico Fellini en Las noches de Cabiria (1957). Aprovechó entonces para retratar Roma, aunque no sea precisamente su cara más idílica. Al contrario, se centró en la parte menos turística de la ciudad, lo que le valió el aplauso del también cineasta Pier Paolo Pasolini, que escribió los textos de su libro. Granada. Fellini llegó a decir: “Roma es una película y Klein la dirigió”.
[William Klein, la foto tiene lugar en la calle]
En junio de 2019, Espacio Fundación Telefónica coordinó una exposición dedicada a su obra. Guilherme Klein. Manifiesto, dentro del festival PHotoEspaña, expuso material compuesto por 245 obras y documentos. Pinturas, experimentos fotográficos abstractos, series de grandes ciudades, sus trabajos para revistas de moda, sus películas y proyecciones... Una muestra de todo su legado artístico comisariada por Raphaëlle Stopin.
Su carácter, provocador y transgresor, le acompañó hasta sus últimos años. Continuó presentando su trabajo en galerías de toda Europa, sirviendo a periodistas y admiradores y brindando una evaluación extremadamente mordaz de la situación política en los Estados Unidos.