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El amarillo no se define por un solo tono, un solo nombre: limón, lima, oro, oro, ámbar, indio, topacio, mostaza. Además, los hay amarillentos y naranjiblanco. La sutileza de la diferencia se manifiesta cuando una mirada atenta va más allá de los sistemas clasificatorios que tienden a unificar y simplificar en categorías estandarizadas e impersonales. En las salas de la galería Travesía Cuatro, el artista argentino Mariela Scafati (Olivos, 1973) volvió a realizar un ejercicio que no es sólo un reflejo formal de este tono, sino un reflejo de su práctica como activista.

Sus instalaciones literalmente cuelgan de las paredes y ocupan espacios como el MALBA o el Museo Moderno de Buenos Aires; el Hamburger Bahnhof y el Instituto KW de Arte Contemporáneo, en el marco de la 11ª Bienal de Berlín; el nuevo Collegium, en Arévalo, Ávila, o el Storefront for Art and Architecture de Nueva York. Todos ellos surgen de la experiencia y experiencia colectiva del artista..

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Desde hace dos mil años, sus redes y acciones están vinculadas al Taller Popular de Serigrafía y Queer Serigraphers, y forma parte de Cromoactivistas, colectivo que reúne a Marina De Caro, Daiana Rose, Victoria Musotto y Guille Mongan. Estos grupos salir a las calles y escribir proclamas apoyar los movimientos por la legalización del aborto y contra la violencia de género y los feminicidios.

El currículum de Scafati es fundamental para que esta exposición no resulte simplemente brillante y con cierta ironía

la practica de serigrafíauna técnica revolucionaria por su accesibilidad, ya que permite reproducir una imagen o texto en cualquier soporte a través de una malla tensada sobre un marco, esto es lo que también lo llevó a presentar el proyecto “La Radio Electrónica Artesanal”, con Lola Granilloen la exposición toque gráfico en el Museo Reina Sofía en 2022.

Hablar de este extenso y performativo currículum es fundamental para que tu exposición no resulte simplemente sorprendente, brillante, atrapante y con cierta ironía. Scafati lleva a cabo una investigación de la composición vinculada a los supuestos de la historia del arte. Pero también, en cada una de las pantallas que componen todas las piezas, en cada acción conectora, en cada bisagra que las articula, en cada cuerda que las sostiene, nos dice que Los tonos son políticos.que los contextos se pueden redefinir a partir de las resistencias y que los vínculos se pueden establecer a partir del deseo y no de las ataduras.

Visão da exposição

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Estas pinturas se convierten en paisaje y se transforman en cuerpo. “Tú, yo, ella y él/ al sol/ mirando/ al sol”, dice el poema de Mariano Blatt acompaña la exposición. Las operaciones realizadas por el artista nos trasladan a los metaesquemas de la cultura brasileña Helio Oiticicaa la “silueta” y la ausencia de cuerpos en obras creadas durante y a pesar de las dictaduras latinoamericanas, a los juegos de atar del kinbaku japonés.

Toda esta historiografía, aquí, queda plasmada: los cuadritos que parecen figuras responden a las medidas de personas reales, en este caso ella misma, son identidades; las mamparas de tela que parecen pistas y cielos son situaciones. Y tanto cuerpos como territorios proponen una coreografía que, rompiendo límites pictóricos, subvierte y se adapta a las subjetividades que conforman la sociedad.