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¿Puedes reírte de un chiste que no entiendes? ¿Existe un camino inverso al que sigue la abstracción cuando esencializa la figura? Este tipo de preguntas caprichosas se me ocurrieron al salir de la exposición de Elena Blasco, con una sonrisa de perplejidad en el rostro. Supongo que con esto la artista ha logrado su objetivo, porque qué más puede esperar alguien que titula una exposición: Vi un zapatito en el ala de mi sombrero..

Elena Blasco, pintora y escultora, debutó en 1976 y ha realizado más de una treintena de exposiciones individuales, algunas casi antológicas, como Alcalá 31 (2012). Simplemente lea los títulos de algunos otros (Merengues, son cremosos. cualquier Al deseo lo sacudo) saber que Blasco entiende la pintura de una manera particular. Confieso que desde que vi su primera obra, en los años noventa (una península ibérica transformada en rostro, cuyo pelo pirenaico era tirado por una mano) he seguido la pista de quien considero el pintor español más traviesoExtraño a Patricia Gadea y teniendo en cuenta que mirada de fátima pintar con tu voz

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En esta ocasión nos topamos una de sus primeras exhibiciones de la figura, incluso si sucede lo que intentaba expresar torpemente al principio. Sus imágenes no representan nada conocido (biomorfismos vagos, a veces combinados con estructuras reticulares) y, sin embargo, ¡expresan emociones! Sorpresa, vulnerabilidad, burla, asombro. Respondiendo a mi pregunta inicial: sí, lo abstracto puede llevar a lo figurativo, como lo inorgánico a lo orgánico o la química a la biología.

[Elena Blasco, ríe conmigo]

Y es que la ilimitada inventiva plástica y cromática de Elena Blasco crea un universo de formas felices, como bacterias que se alimentan o enlaces moleculares cuya energía podría evocarse con una manta de cuadros.

La mayoría son dibujos en papel –verdura, de dimensiones modestas, o coreana, de mayor tamaño–. También se encuentran algunos tapices y es en ellos donde se define una figura caricaturizada y lujosamente coloreada, que inmortaliza a una especie de reina de una fiesta infantil. Finalmente, también encontramos algunas obras con volumen, fijadas a la pared, en material plástico, que continúan el lenguaje utilizado en el resto.

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Elena Blasco crea un universo de formas alegres, como bacterias que van a una fiesta o enlaces moleculares cuya energía se evoca con una manta de cuadros

Pero hay una obra singular que resulta desconcertante. Se trata de una figura algo femenina -piernas y falda- seccionada a la cintura. Una sierra y una colilla descansan sobre el plano horizontal resultante, como si se tratara de un trabajo recién terminado. La ausencia de lo que llamamos busto en la escultura es dolorosa, aunque también llena de humor. No sé exactamente qué pensar: quizás el artista siempre tenga dentro de sí la materia prima para su obra.

Y en cuanto a la pregunta del principio, se la pasé a una conocida y me dijo: “Claro, basta con que quien lo cuente sea gracioso”. Entonces me di cuenta de que, efectivamente, esa es la cuestión: no tanto que Elena Blasco sea hilarante o sea hilarante –como en la citada escultura–, sino que esta en estado libre. Así creo que pintó esta exposición, que es un regalo para la vista y en la que el ingenio va de la mano del talento, el humor tierno y la sabiduría con la que maneja cada material.

miles de imágenes

Elena Blasco (Madrid, 1950), dueña de un reconocible imaginario plástico, combina en su obra dibujo, escultura, pintura y fotografía. En 2012, el comisionado Alicia Murría cubrió su carrera a través de 140 obras en la exposición Millones y abundantes razonesen Sala Alcalá 31.