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P: Te interesaste por la literatura y el dibujo desde pequeño, pero no fue hasta los 20 años que empezaste a escribir como tal. ¿De dónde viene esa necesidad de escribir?

A: Todo se remonta a la escuela secundaria. Me castigaron mucho. Repetí primero y segundo de la ESO y en tercero me volví loco. La opción que tenían era no entrar a la clase para no perturbar el normal desarrollo. Me encerraron en la biblioteca y allí lo único que tenía eran los libros a mi alrededor y, renunciando a esa lectura, estaba asumiendo que el tiempo que se avecinaba sería imparable. comencé a leer Lazarillo de Tormes y algunos libros más hasta que les coja el gusto. Allí nace este gusto, la semilla de la lectura.

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A: No nunca. La poesía es lo que mejor se adapta a mi temperamento. Es muy espontánea y captura momentos específicos. Una novela requiere una disciplina que yo no puedo proporcionar.

A: La poesía tiene una conexión con los procesos de tu vida. No es que escriba un diario, pero al escribir poesía estoy reconociendo mi propia expresión y poca distancia de mi vida cotidiana. Por eso, en el fondo mi plan con la poesía es el reconocimiento de quién soy.

A: Pff… pues mira, te diría dos que son fundamentales. Lo primero es ser lector, porque creo que sin leer no hay escritura. Ese básico. El segundo sería la capacidad de observar. En otras palabras, si estás caminando con algunos amigos y te detienes cerca de un árbol porque ves algo inusual, detente incluso si tus amigos se están alejando.

P: ¿Por qué hoy en día todo el mundo parece escribir poesía o estar interesado en ella?

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A: Creo que es a través de las redes sociales, porque antes todos escribían algo, pero las redes con una proyección arrolladora y una información continua (día tras día) nos hacen ver una serie de escritos, estilos y poses. De hecho, tal vez existieron antes, pero no tenían este altavoz. Otra opción es que se vea un cierto estatus en la poesía y como una especie de entrada a un club social, ser “cool”, tener ese título de “poeta”.

ApostasíaXII Premio RNE de Poesía Joven y Premios Literarios

P: Te levantas en 2020 con nada más y nada menos que el Premio RNE de Poesía Joven. Han pasado 3 años desde entonces. Cuéntanos cuál fue tu reacción cuando recibiste la llamada.

A: Pues muy feliz, porque aunque los premios provocan pelea, revuelo, intriga. Aunque existe la posibilidad de publicar sin premios, ser reconocido con uno, el beneficio para el escritor es que tendrá cierto interés crítico, se difundirá con cierto prestigio y al final es un escaparate importante. Ahora bien, no debes obsesionarte con un premio porque ganar uno ya es mucho. Lo normal es no ganar nada.

P: ¿Sentiste impostura o miedo al trabajar en trabajos futuros?

A: No, sí, es exigente porque sé —con la humildad que hay que decir— que es un libro que mantiene una línea regular. Ahora lo que escribo tiene que superar Apostasía. Así lo exijo. Entonces no veo la impostura. Tampoco veo otros factores, pero veo el requisito.

PAG: Apostasía Significa abandonar públicamente una religión. ¿Por qué este título?

A: Porque es un rechazo de una fe. Llevo como 3-4 años en comunidades, círculos de iglesias y allí vi una impostura y un enigma a través de la palabrería barata, donde se vendía humo [sonríe]. Quería afrontarlo. Al ser un círculo al que no pertenecía, quería atacarlo y crear algún tipo de pelea. Quizás inútilmente, pero ese motivo de escribir me sedujo.

P: Es una colección de poemas líricos. Siempre has trabajado más en la parte rítmica que en la temática.

A: Sucedió al azar. En cuanto a la técnica, me gusta el ritmo del endecasílabo y tal. Pero el contenido estaba en bloques y sin planificación, que es como a veces suceden las cosas. Me enfrenté a la figura de Dios, luego jugué con alternar los mandamientos y ya eran dos secciones.

P: Y en el tercero introduces el amor.

A: Por supuesto, amor porque a pesar de todo ese rechazo de bloques anteriores, no quería que fuera un libro de odio. Quería agregar ese aire fresco. El amor es lo que salva a cualquier libro del olvido.

P: A nivel temático encontramos esa presencia de Dios, que también está ligada al propio título. ¿Siempre te ha llamado la atención la religión?

A: Bueno, como fenómeno cultural, sí. Antropológicamente, esta necesidad de anclar un poco nuestras ideas del mundo en la trascendencia. Desde las ciudades agrícolas, hasta el más mínimo detalle, ¿no? Esto me interesa como pensamiento cultural y humano. Su estética y su magia.

P: Escribes: “Mi fe está en el poema con oxígeno / poder sentirme vivo / mirar hacia arriba de la página…”. ¿Qué colección de poemas has leído últimamente que te hace no querer levantar la vista de la página?

A: rincón cósmicopor Ernesto Cardenal.

P: Si solo pudieras elegir dos temas sobre los que escribir siempre. ¿Cuál sería?

A: [Suspira y sonríe] Yo diría que uno de ellos: el amor. Un amor sin sentimentalismos, porque la poesía en la realidad que se construye cuando se escribe, ya está escrita para una determinada vocación y ahí ya hay amor. Entonces, como hay predisposición a escribir sobre esto. Medirse con la medida del amor en un papel te hace grande. Y entonces no podría decirles el tema, sino el concepto; una poesía contemplativa. Es decir, algo breve como un suspiro.

Influencia de la literatura latinoamericana y los premios literarios

P: Influencia de la literatura latinoamericana en usted. ¿Qué te dio? Sé que admiras mucho la vida de Bolaños, sus calamidades.

A: La autenticidad de vivir al aire libre. La novela los detectives salvajes de Bolaño es viajar por México, viviendo intensamente, un sentimiento idealista de revolución expresiva y afrontándolo todo, abrumador. Me gusta mucho ese espíritu combativo al escribir. Luego, destaco también a Ernesto Cardenal, porque creo que como obra monumental, rincón cósmico, no tiene rivales. El argentino Juan Gelman me parece genial. En el plan de estudios universitarios, por ejemplo, están Cortázar, Borges, Bioy Casares. Es que al fin y al cabo el 90% de la literatura en español está en América y necesariamente hay que ir allí.

P: ¿Qué autores latinoamericanos tuvieron una influencia directa en tu poesía o obra poética?

A: En un principio, Bolaño como puerta de entrada. Luego me independicé y entraron Gelman y Borges. Pff… tu sabiduría me parece única.

P: ¿Sigues lo que se hace en América Latina a nivel poético?

A: No mucho, pero porque no veo que haya un puente muy claro. Lo que encuentro y descubro es a través de las redes y a través de ustedes, que quizás hablan de alguien, pero poco más.

P: ¿Por qué cree que se ignoran tanto las voces poéticas latinoamericanas, porque ciertamente no ocurre lo mismo en la narrativa?

A: Quizás somos culpables de individualismo, nos miramos el ombligo y ni siquiera leemos a nuestra pareja. Pero mira, las dos últimas ediciones de Loewe, hay dos poetas de allí que son geniales. Hay un descubrimiento, pero no es del todo porque allí ya se está creando poesía. Te permite crear conciencia generacional. Esta cuestión es tan compleja y abarca cuestiones políticas, económicas y editoriales que está completamente fuera de mi alcance.

P: ¿Son tan importantes los premios literarios?

A: [Sonríe] No lo creo. Es cierto que todos nos aplicamos a alguna en nuestra vida. A veces salen y otras no. Lo normal es que no se vayan, pero eso no te hace ni más ni menos. En definitiva, lo que defiende tu trabajo es el libro que tienes en las manos. El premio es consecuencia (o no) de una buena acción. No necesitas volverte loco ni sentir la envidia que sientes ni las guerras. Esas rabietas adolescentes que sientes que tu mamá no te dará el postre que no quieres.

P: Muchos poetas que entrevisté proponen que se generen más becas artísticas y menos premios. ¿Qué alternativas propones a los premios?

A: Es una opción, por supuesto. Sin embargo creo que los premios seguirán estando y las becas no tanto. Al final el premio es seguro: eliges un jurado, hay 300 obras y la mejor, que suele ser la “mejor”, sale a la venta y es un buen libro. En una beca: ¿cómo se miden estas becas?

P: ¿Qué crees que es lo mejor de la poesía juvenil española actual? ¿Y lo peor?

A: Empezando por lo peor, diría que hay falta de comprensión. Quizás la porción del pastel a la que aspiramos sea pequeña y quienes la obtienen, la gente que no la recibe, la toman como un enemigo. La peor parte se reduce a que te guste esa secta, ¿verdad? Hay en España como islas de grupos pequeños, que siempre han existido pero quizás no existieron con la carga negativa de hablar mal, tuitear algo, hacer un podcast acribillando a alguien. Pff… lamentable. Lo mejor para mí son mis nuevos amigos: Juan Diego Marín y Patricia Díaz Arcos. Son dos poetas absolutos, fantásticos y con un gran potencial.

Recomendaciones, aficiones, influencias.

P: Hobby o aficiones que tienes al escribir.

A: Ponme en el fondo Estes Tonne.

P: Referencias escritas.

A: Manuel Francisco Reina, Álvaro García, Antonio Cabrera y Carlos Marzal.

P: Una palabra que te encanta.

A: Poesía.

P: Una palabra que odias.

A: Dolor.

P: Uno que te asusta.

A: Futuro.

P: Un verso que te acompaña.

A: El infinito es tiempo en la piel…

P: La literatura es fundamental porque…

A: Nos hace crear fantasías y hacerlas realidad.

P: Una obra que desearías haber escrito.

A: cuatro cuadraspor Eliot T.S.

P: Un autor o autora con el que saldrías a beber.

A: Miguel de Cervantes.

P: Un premio que le gustaría ganar.

A: La Liga de Campeones con el Málaga.

P: Una recomendación para cualquiera que lea esta entrevista.

A: Los don nadiePor William González Guevara.