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«PARA MATILDE URRUTIA
Mi querida Señora, sufrí mucho escribiéndote estos sonetos y me duelen mucho y me cuestan mucho, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que un prado. Al proponer bien, sabía que junto a cada uno, por interés electivo y elegancia, poetas de todos los tiempos disponían rimas que sonaban a cubertería, cristal o cañonazo. Yo con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta sustancia opaca y pura y así deben llegar a vuestros oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por latitudes grises, recolectamos fragmentos de madera pura, madera sometida a la influencia del agua y del tiempo. De tan suaves trazos construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas carpinterías de amor y construí casitas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecí mis motivos de amor que te doy en este siglo: sonetos de madera que sólo surgieron porque tú les diste vida.
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Octubre de 1959».
Ha habido peticiones a la redacción del departamento de Cultura para un mayor contenido literario en nuestras publicaciones… ¿No queréis caldo? Bueno, ¡toma dos tazas!
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Al encontrarme ante las primeras palabras para iniciar este apartado de recomendaciones, pensé que una voz con más autoridad que la mía soportaría mejor este peso. De hecho, no se me ocurre nada ni nadie mejor para esta situación; es, ni más ni menos, el prólogo de Cien sonetos de amor por Pablo Neruda. Personalmente, creo que esta prosa que acompaña a cientos de poemas sublimes es motivo más que suficiente para decir que este libro no sólo es recomendable, sino necesario. Sin embargo, continuaré en el intento de hacer que mis razones sean más convincentes que las palabras genuinas que acaban de leer, escritas por el autor del libro que pretendo recomendarles: terreno un tanto pantanoso.
Se puede decir que Matilde Urrutia fue destinataria de la mayor carta de amor jamás escrita por nadie: un centenar de sonetos que conforman uno de los poemarios más bellos jamás vistos, que en cierto modo marcan el rumbo de la poesía moderna. La ferocidad apasionada del poeta crece con cada uno de sus poemas, avanzando del día (a través del mediodía y la tarde) a la noche ─las cuatro partes en las que se divide el libro─, intentando explicar lo que para todos resulta inexplicable. Cien sonetos mal llamados, cien sonetos de madera, cien madereros de amor y cien casitas con catorce mesas son la hermosa manera en que el autor logra alcanzar las más altas cotas del romanticismo escrito en verso; No nos presenta un amor delicado o pedante, sino un amor crudo, eterno y sólido, arraigado en el sentimiento más profundo que surge del poeta.
Y es cierto que la naturaleza orgánica de este poemario es innegablemente brillante, pero el ritmo posiblemente esté en la misma proporción. El autor abandona la métrica tradicional alejandrina continua y los esquemas rítmicos clásicos del soneto para captar, en una poesía terriblemente melódica, el sentimiento vehemente que llena cada una de las páginas. El sonido de la madera, esa sustancia pura y opaca, es el de una musicalidad brutal de la que está dotado cada verso, creando así un siglo que sigue resonando como cubiertos, cristales y cañonazos en las generaciones posteriores.
En cada línea plasma las ideas que busca expresar a través de un lenguaje tremendamente expresivo y un contenido intenso que hace que cada soneto implique su relectura y, en consecuencia, su relectura. Además de cien motivos y huellas de amor, son cien los méritos por los que Neruda es, sin duda, el Premio Nobel de Literatura y uno de los más grandes escritores de la historia.
Podría seguir escribiendo con la impresión de que nada iguala el prólogo que abre la entrada o con el objetivo de verbalizar el cosquilleo que sentí al leer este maravilloso libro, pero, la verdad, no se me ocurre nada más sincero que contar. usted. , de mi más profundo sentimiento, que comparta conmigo las sensaciones que despierta su lectura y para que así sea: por favor, léala.